miércoles, 29 de enero de 2014

Editorial Colectivo


En muchas oportunidades, apelar a la palabra del otro nos invita a repensar. En nuestro caso, a regresar sobre la mirada que orienta nuestras prácticas en salud y educación, pero de cara al trabajo que nos ha reunido; a reconsiderar cómo establecemos nuestros vínculos profesionales. Y por sobre todas las cuestiones, a no olvidar que nuestro objetivo central, la razón de nuestra lucha y de nuestro posicionamiento lleva el estandarte de las infancias; en sus modalidades actuales de manifestarse y de darse a conocer.

Leemos a Silvia Bleichmar (una y otra vez) y destacamos: “La ética siempre está basada en el principio del semejante, es decir, en la forma en que yo enfrento mis responsabilidades hacia el otro. La ética consiste en tener en cuenta la presencia, la existencia del otro”  (Bleichmar, 2008)

Trabajar de manera colectiva no es tarea sencilla, ni está repleta de gratitud. Justamente, porque es en el encuentro de las diferencias donde acontece, muchas veces, lo incierto, lo contingente. Poder transitar estos terrenos con personas, profesionales en su mayoría provenientes de distintos campos abocados a las infancias, desde lo social, la salud, la educación, lo jurídico, etc. requiere de una actitud de hospitalidad, de diálogo, de corrimiento permanente de los propios intereses en función del bien común. Pero esto no se genera por meros fines altruistas, donde cada singularidad, renuncia a lo propio en función del grupo. Todo lo contrario. Esto se sostiene y se lleva a cabo a partir del respeto y el reconocimiento de los aportes singulares, pero de modo tal que es a partir del diálogo y el intercambio que se da lugar a la producción colectiva. Construcción que supera en calidad y calidez a la individual porque hay un deseo de formar parte, de sumarse al trabajo colectivo en función de una ideología, de intereses, ideales, y valores compartidos ; en nuestro caso, ligados a miradas subjetivantes y respetuosas de los Derechos de las Infancias. Y a esto se le suma una riqueza diversa: los miembros que constituyen este colectivo procedemos de distintas regiones del país. Esa “amplitud geográfica”, ese compartir diferentes realidades, nos ha convocado a llevar a cabo una tarea que consideramos prioritaria: un relevamiento sobre el “estado de situación acerca de la medicalización de las infancias en distintas zonas de nuestro país donde se encuentren trabajando los diferentes integrantes de este Colectivo con el objetivo de poder tener un panorama más claro a partir del cual podamos pensar estrategias de acción e intervenciones más adecuadas a las necesidades y posibilidades locales, es decir “en territorio”.

 La tarea sobre relevamiento se nos vino a imponer como resultado del planteo de la necesidad de contar con un diagnóstico de situación que aporte herramientas que nos permitan afrontar este fenómeno en plena expansión que consideramos, junto a León Benasayag, viene extendiendo y consolidando a nivel macro y a nivel local por la acción articulada de distintos agentes medicalizadores. Ocurre que estos agentes se encuentran trabajando de manera dispersa en diferentes ámbitos (medicina, educación, psicología, psicopedagogía, fonoaudiología, etc.) y organizados por determinados profesionales que, apoyados en teorías de fuerte sesgo biologicista, definen con el aval de la industria farmaceútica líneas de abordajes de carácter reeducativo y o correctivos de las problemáticas que ponen de manifiesto no pocos niños en la actualidad, tratando al mismo tiempo de desacreditar otro tipos de enfoques psicológicos y educativos que, en su lugar, apuestan a intervenciones inclusivas y subjetivantes frente a la imposición del uso indiscriminado de drogas psicoactivas combinadas frecuentemente con programas de adiestramiento conductual .

Al respecto, nos preocupa encontrarnos cotidianamente con colegas que sin demasiada conciencia contribuyen a reproducir este tipo de prácticas medicalizadoras  que vulneran los Derechos de los niños, niñas y adolescentes,  tanto desde el ámbito de la salud como el de la educación.
El despliegue de etiquetas con las que se rotula a los niños de “deficientes” o “trastornados” a partir de evaluaciones neurocognitivas que los encierra en categorías clasificatorias propuestas por Manuales extranjeros, consecuentes con la prescripción de psicofármacos desde muy temprana edad, se realiza en combinación con ciertas fisuras institucionales , tal como sucede por ejemplo en el campo educativo, que hacen circular la sensación de descontrol de los niños, peligrosidad y dificultades de aprendizaje ligadas a “supuestos” cuadros neurológicos de origen genético.
Es un proceso que, muchas veces, se inicia dentro del aula, en los pasillos de las escuelas. Problemáticas complejas que llaman la atención del docente y que suelen encontrar en el discurso médico una suerte de cauce. Lograr la quietud de esos niños, el desempeño esperable, el desenvolvimiento adecuado (todo entre comillas) termina siendo un imperativo que empuja a la búsqueda de soluciones inmediatas, funcionales a la cultura del “llame ya” en la que nos encontramos todos inmersos.
Así, profesionales “psi”, neurólogos, acompañantes terapéuticos (entre otros) contribuyen a poner en funcionamiento una maquinaria patologizadora y medicalizadora, desconociendo casi por completo la intervención de las variables psico-sociales con la que conviven los niños en su entorno escolar y familiar.

Lejos nuestro está permanecer en la repetición de discursos que omiten un gran principio: “todo niño es posibilidad”. Por eso consideramos que este relevamiento, puede aportar información local sobre la situación concreta de las infancias de cada región. Pero además, deseamos que nos impulse no sólo a seguir pensando sino a crear acciones que contribuyan al cumplimiento de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes y, por sobre todo, en una enorme pretensión, devolverle de alguna manera a las infancias y a los adultos que las acompañan, la posibilidad del dinamismo, del cambio, del camino alternativo, de repensar prácticas naturalizadas y de concretar caminos interdisciplinarios que sumen actitudes de confianza y generosidad.


Construyen este Editorial: Ana del Equipo de Infancias Gran Bs. Aires Zona Sur, Luisina de Lincoln, Gabriela de Zona Norte del Gran Bs. Aires y Hugo de Trenque Lauquen.