En muchas
oportunidades, apelar a la palabra del otro nos invita a repensar. En nuestro
caso, a regresar sobre la mirada que orienta nuestras prácticas en salud y
educación, pero de cara al trabajo que nos ha reunido; a reconsiderar cómo
establecemos nuestros vínculos profesionales. Y por sobre todas las cuestiones,
a no olvidar que nuestro objetivo central, la razón de nuestra lucha y de
nuestro posicionamiento lleva el estandarte de las infancias; en sus
modalidades actuales de manifestarse y de darse a conocer.
Leemos a Silvia
Bleichmar (una y otra vez) y destacamos: “La ética siempre está basada en el
principio del semejante, es decir, en la forma en que yo enfrento mis
responsabilidades hacia el otro. La ética consiste en tener en cuenta la
presencia, la existencia del otro”
(Bleichmar, 2008)
Trabajar de manera
colectiva no es tarea sencilla, ni está repleta de gratitud. Justamente, porque
es en el encuentro de las diferencias donde acontece, muchas veces, lo
incierto, lo contingente. Poder transitar estos terrenos con personas,
profesionales en su mayoría provenientes de distintos campos abocados a las
infancias, desde lo social, la salud, la educación, lo jurídico, etc. requiere
de una actitud de hospitalidad, de diálogo, de corrimiento permanente de los
propios intereses en función del bien común. Pero esto no se genera por meros
fines altruistas, donde cada singularidad, renuncia a lo propio en función del
grupo. Todo lo contrario. Esto se sostiene y se lleva a cabo a partir del
respeto y el reconocimiento de los aportes singulares, pero de modo tal que es
a partir del diálogo y el intercambio que se da lugar a la producción
colectiva. Construcción que supera en calidad y calidez a la individual porque
hay un deseo de formar parte, de sumarse al trabajo colectivo en función de una
ideología, de intereses, ideales, y valores compartidos ; en nuestro caso,
ligados a miradas subjetivantes y respetuosas de los Derechos de las Infancias.
Y a esto se le suma una riqueza diversa: los miembros que constituyen este
colectivo procedemos de distintas regiones del país. Esa “amplitud geográfica”,
ese compartir diferentes realidades, nos ha convocado a llevar a cabo una tarea
que consideramos prioritaria: un relevamiento sobre el “estado de situación
acerca de la medicalización de las infancias en distintas zonas de nuestro país
donde se encuentren trabajando los diferentes integrantes de este Colectivo con
el objetivo de poder tener un panorama más claro a partir del cual podamos
pensar estrategias de acción e intervenciones más adecuadas a las necesidades y
posibilidades locales, es decir “en territorio”.
La tarea sobre relevamiento se nos vino a
imponer como resultado del planteo de la necesidad de contar con un diagnóstico
de situación que aporte herramientas que nos permitan afrontar este fenómeno en
plena expansión que consideramos, junto a León Benasayag, viene extendiendo y
consolidando a nivel macro y a nivel local por la acción articulada de
distintos agentes medicalizadores. Ocurre que estos agentes se encuentran
trabajando de manera dispersa en diferentes ámbitos (medicina, educación,
psicología, psicopedagogía, fonoaudiología, etc.) y organizados por
determinados profesionales que, apoyados en teorías de fuerte sesgo
biologicista, definen con el aval de la industria farmaceútica líneas de
abordajes de carácter reeducativo y o correctivos de las problemáticas que
ponen de manifiesto no pocos niños en la actualidad, tratando al mismo tiempo
de desacreditar otro tipos de enfoques psicológicos y educativos que, en su
lugar, apuestan a intervenciones inclusivas y subjetivantes frente a la
imposición del uso indiscriminado de drogas psicoactivas combinadas
frecuentemente con programas de adiestramiento conductual .
Al respecto, nos
preocupa encontrarnos cotidianamente con colegas que sin demasiada conciencia
contribuyen a reproducir este tipo de prácticas medicalizadoras que vulneran los Derechos de los niños, niñas
y adolescentes, tanto desde el ámbito de
la salud como el de la educación.
El despliegue de etiquetas
con las que se rotula a los niños de “deficientes” o “trastornados” a partir de
evaluaciones neurocognitivas que los encierra en categorías clasificatorias
propuestas por Manuales extranjeros, consecuentes con la prescripción de
psicofármacos desde muy temprana edad, se realiza en combinación con ciertas
fisuras institucionales , tal como sucede por ejemplo en el campo educativo,
que hacen circular la sensación de descontrol de los niños, peligrosidad y
dificultades de aprendizaje ligadas a “supuestos” cuadros neurológicos de
origen genético.
Es un proceso que,
muchas veces, se inicia dentro del aula, en los pasillos de las escuelas.
Problemáticas complejas que llaman la atención del docente y que suelen
encontrar en el discurso médico una suerte de cauce. Lograr la quietud de esos
niños, el desempeño esperable, el desenvolvimiento adecuado (todo entre
comillas) termina siendo un imperativo que empuja a la búsqueda de soluciones
inmediatas, funcionales a la cultura del “llame ya” en la que nos encontramos
todos inmersos.
Así, profesionales
“psi”, neurólogos, acompañantes terapéuticos (entre otros) contribuyen a poner
en funcionamiento una maquinaria patologizadora y medicalizadora, desconociendo
casi por completo la intervención de las variables psico-sociales con la que
conviven los niños en su entorno escolar y familiar.
Lejos nuestro está
permanecer en la repetición de discursos que omiten un gran principio: “todo
niño es posibilidad”. Por eso consideramos que este relevamiento, puede aportar
información local sobre la situación concreta de las infancias de cada región.
Pero además, deseamos que nos impulse no sólo a seguir pensando sino a crear
acciones que contribuyan al cumplimiento de los Derechos de los Niños, Niñas y
Adolescentes y, por sobre todo, en una enorme pretensión, devolverle de alguna
manera a las infancias y a los adultos que las acompañan, la posibilidad del
dinamismo, del cambio, del camino alternativo, de repensar prácticas
naturalizadas y de concretar caminos interdisciplinarios que sumen actitudes de
confianza y generosidad.
Construyen este
Editorial: Ana del Equipo de Infancias Gran Bs. Aires Zona Sur, Luisina de
Lincoln, Gabriela de Zona Norte del Gran Bs. Aires y Hugo de Trenque Lauquen.