lunes, 17 de febrero de 2014

"Pronósticos de la esperanza VS diagnósticos patologizantes"

 ASISTENTE AL CURSO DE POSGRADO DICTADO POR LOS DOCTORES JUAN VASEN Y GABRIELA DUEÑAS EN LA UCSE- Sede DABA- Olivos. SEGUNDO CUATRIMESTRE DE 2013

Por Alicia Lucía García Bazán*

Siempre me gustó la ciencia ficción….
Que atrapante es pensar, que esa fantasía que describe al futuro, se convierta en realidad.
A veces asusta.
Cuantas ficciones ya se cumplieron… “The Truman show” fue “Gran hermano” en muchos países.
Desde “Viaje a las estrellas” hasta “Avatar”…Todo puede suceder.
Mi abuelo decía: “Las cosas van cambiando cada 10 años”, los ciclos en economía…los avances de la ciencia….y claro el había vivido en el siglo pasado, esos movimientos le parecían muy rápidos.
Qué diría mi abuelo en este nuevo siglo? Para empezar no podría asimilar la aceleración a la que hemos llegado.
Los ciclos, ya no son tales, nada es estable, el progreso se mide con los avances tecnológicos. Dependemos de un sinfín de objetos que se nos hicieron indispensables: como el celular. Y este elemento nos hace darnos cuenta, que su tecnología de hoy, caducará frente a nuevas características que ofrecerá otro celular en algunos meses.
El mañana respira entre nosotros. La cultura que nos cobija está en constante reseteo. La sociedad es global conectada por redes virtuales, en la que conviven individuos, con cada vez menos, contacto presencial.
Los cánones del consumo marcan el ritmo.
Si me basara en la ciencia ficción podríamos pensar que pronto seríamos los seres humanos representados en la película de Disney-Pixar: WALL-E

Solo espero no estar a las puertas de semejante predicción. 


Cada tiempo en la historia de la humanidad es marcado por las características culturales. El “impacto epocal” como enuncia el Dr. Vasen influye sobre las personas. El consumismo marca las coordenadas de estos tiempos. Hay que actualizarse día a día, cambiando las tecnologías de uso, buscando mayor confort, inmediatez y conectividad.
Es desesperante no “encontrar el control remoto” afecta directamente al confort logrado. Ya nadie cambia un canal movilizándose, o abre un portón al llegar a su casa. Leer las informaciones, chequear los mails y conversar con un amigo desde el teléfono, ya es costumbre, todo a la vez…pero dejando de lado a la persona que está en ese momento compartiendo el mismo espacio.
La rapidez nos convoca, nos desafía, nos apura…marca nuestra vida. Por eso, en estos tiempos: envejecemos más rápido? O los niños maduran más aceleradamente? Qué ocurre cuando se mezclan rapidez y consumismo?
Las personas llevan un ritmo de vida acelerado, que va de la mano de una realidad irreversible: el envejecimiento natural del cuerpo.
Se aprecian ansias de crecer en la infancia, como siempre ocurrió, pero ahora alimentadas y hasta influenciadas por los adultos referentes. Madres que visten a sus niñas como ellas mismas (mini mujeres, lolitas) niños que tienen celular y cuenta de facebook a muy corta edad… chicas que piden la operación del busto como regalo de 15 años….
El mundo de los adultos también obedece al supuesto de juventud y vida sana.
Las personas siguen dietas estrictas o se convierten en macrobióticas, vegetarianas, o veganas, al punto de llegar a la ortorexia (trastorno alimentario, obsesión patológica por comer comida considerada saludable) garantizándose, vida sana y larga.
Cuando la nutrición no alcanza, se recurre a tratamientos costosos (mesoterapia, electro-estimulación, botox) y cirugías estéticas que devuelven la juventud o la hacen perdurar.
La antigua brecha generacional, que separaba padres de hijos ni se achicó ni se agrandó, se va desdibujando, ya que nadie quiere ocupar los lugares. Los adultos comienzan a correrse de su rol: no hay modelo, no hay normas a seguir, no hay autoridad para respetar. Cada uno parece preferir ocuparse de sí mismo, sin tiempo para entregarle a otro. Indiferencia, individualismo, hacer valer el propio derecho para alcanzar la felicidad. Ante un faro apagado los barcos se pierden. Hacia dónde van los niños, que se acostumbraron a no contar con el otro, salvo para una función nutritiva. No quieren crecer. No les conviene… Miguel Espeche dice: “…demostrémosle a los adolescentes que la adultez es una meta tentadora a alcanzar, seamos padres sólidos, plenos, dichosos de vivir nuestra etapa, trabajando, esforzándonos, encarando proyectos y siendo felices en nuestra pareja”. De no ser así nadie va a querer llegar a ese lugar en el tiempo. Que adultos ven nuestros adolescentes para querer superar esa edad y alcanzarlos?
Detengámonos y descubramos que otra gran parte, de los padres y educadores de la actualidad responden a la lógica de la melancolía: afirmando que todo tiempo pasado fue mejor, trayendo ejemplos de antaño, poniendo en el tapete su propia experiencia de infancia sin tener en cuenta los impactos epocales del presente que compartimos
Por otro lado estos tiempos tan tecnologizados y programados, tienen que ser efectivos, y ese “halo” de eficacia debe notarse en todo.
Por eso es muy valorada la utilidad, la energía, lo nuevo, lo sano, lo que marcha sin problema. Por el contrario: el deterioro, la enfermedad, lo viejo, lo arreglado…no son palabras bienvenidas para estos tiempos.
Los niños de hoy saben que si algo se rompe: “No importa, se compra otro” y si fue el culpable de esa ruptura, no se le dice nada, para que no se angustie, y se sufra un mal mayor: la frustración.
El fracaso se ha convertido en la sombra más oscura de esta sociedad.
La ciencia, los avances en la medicina, los descubrimientos en la cadena del ADN humano, lograron que, no solo se conozca más al individuo, sino que se pueda reprogramar lo que está mal.
Como bien relata el Dr. Juan Vasen en el capítulo ” La reprogramación de la infancia”, del libro La atención que no se presta: el "mal" llamado ADD: “…las ciencias actuales se enredan y disuelven en la trama histórica actual, y seducidas por los cantos de sirena del mercado, se disocian entre ética y conveniencia, o directamente se entregan a un hacer sin límite…Los proyectos de la tecnociencia en el campo de la infancia, tienen un neto carácter re-programador….Los secretos de la vida están siendo descifrados a escala planetaria. El genoma está desnudo.” “…La meta del proyecto tecnocientífico actual, no consiste en mejorar las miserables condiciones de vida, de la mayoría de los hombres, parece atravesado por un impulso insaciable e infinitista…Un impulso ciego hacia el dominio y la apropiación de la naturaleza., tanto exterior como interior del cuerpo humano.”
Y en este punto encontramos a la infancia, sobre la que también se deposita, como continúa diciendo “…la plusvalía del goce y eficiencia, gobernada por el principio del rendimiento…con su nueva misión: reprogramar al ser humano desde pequeño…”
Todo está dicho.
Desde mi mirada docente veo el panorama ante mis ojos…
Llegan niños demandantes, insistentes en sus pedidos, poco generosos, individualistas, inmaduros en hábitos e indicios de la edad, tristes, angustiados, desordenados, obstinados, sin noción de autoridad, transgresores…
No nombré términos como caprichosos, llorones, y egocéntricos…Porque estas son características de los niños de todas las épocas, con las que los docentes acostumbrábamos a lidiar y que con una buena contención, guía y espera de madurez sabíamos superar.
Pensemos en el impacto epocal. ¿Cuál es el otro que actúa como mediador en la socialización de los niños de hoy? O mejor dicho: ¿Dónde está?
¿Cómo no pretendemos que sean demandantes, insistentes y que busquen la conexión visual, cuando tienen adultos a su alrededor, ensimismados en sus teléfonos, sus problemas, su vida personal o su estética….? A la vez es lógico que sean individualistas, egoístas, posesivos….Les hacen saber que el “mundo es de ellos”, que todo lo que pidan se les dará, para que no sufran, porque si sus padres los ven llorar a la vez ellos también sufren. Temen que sus hijos no los amen. Por otro lado no hay porque compartir, “aquí hay para todos” es la frase, porque el otro también puede obtener lo que desea. Y el consumismo hace sus mayores estragos en las jugueterías y los kioscos.
La tristeza y la angustia que expresan, es otra de las características de nuestro tiempo. Tiempo de aceleración que lleva hacia el abismo… Tiempo de “vacíos” que se llenan con objetos en lugar de abrazos. Tanto, niños como adultos aprenden a convivir con ella. No es casualidad que desde muy pequeños utilicen 2 términos valorativos que les sirven para describir cualquier situación.
Si algo no les gusta dicen: “que aburrido” y en contraposición con ello dicen a todo “que divertido”. Y así se escucha: “esta comida es aburrida” “tus zapatos son aburridos”… O bien madres que se despiden en la puerta del colegio diciendo como mandato: “divertite mucho” (porque aprendé mucho sería aburrido)
Los niños de hoy se afirman en sus decisiones, son obstinados, desoyen cualquier signo de autoridad. Y es que los adultos no parecen querer situarse en ese rol. Por ese miedo a que nos los amen, y porque como todo: merece trabajo, constancia y firmeza en los dichos. Hoy los padres parecen no tener tiempo para practicarlo y todo lo que encaran es volátil. Así resulta el límite.
La doctora Gabriela Dueñas, nos relata en su artículo “La niñez en tiempos complejos”, las afirmaciones de Michel Foucault, quien “ …analiza el cambio en la organización familiar del siglo XIX, en dependencia de la racionalidad médica y pedagógica….La noción de infancia-tal como la conocemos a partir de la Modernidad- emerge estrechamente ligada a la idea moderna de familia y escuela….Surgen así los estudios de la “mente infantil”….La educación y la crianza pasan de la esfera privada a la pública…comienza un creciente interés por los niños.”
La Dra Dueñas explica: ”….La evolución de la psicología, así como el surgimiento de las ideas acerca de la universalización de la educación –de la mano de la pedagogía- sustentaron la determinación de “estándares educativos”, que comenzaron a funcionar como parámetros, para redefinir diferencias y diversidades de la infancia…” y basándose en Terzaghi dice:”… es precisamente en ese ámbito (el escolar) que los niños que no se adecuaban a los estándares educativos planteados, comenzaron a referirse a la medicina para su estudio…Las diferencias comenzaran entonces a reordenarse según el eje de lo normal/anorma
Estos avances científicos unidos a las nuevos cánones de de nuestra cultura actual originan una nueva idea con respecto a los niños que no cumplen con el ideal reinante.
Ya no se habla de niño normal o anormal.
Los niños que irrumpen en el aula con su modo de ser inquieto, desatento, impulsivo, y hasta agresivo, sumado a otras características que además traen de su hogar y con las que lidian sus padres, padecen “un trastorno”.
Sobre ellos se da un diagnóstico, cerrado, tajante.
Un trastorno ya no es del campo de la educación, pertenece a las ciencias médicas.
Por lo tanto merece un tratamiento y medicación.
Es verdad que las aulas o las salas del jardín tienen muchos niños con estas características, pero ya vimos que se dan en este tiempo por una causa que va más allá de la biología. Las causas están: son la influencia epocal, con sus vínculos maltratados, con un otro ausente, con la vertiginosidad del ambiente, con referentes de autoridad invisibles, con el hedonismo reinante, con el consumismo que consuela.
Por supuesto que no todos los niños presentan “los síntomas actuales” siempre tenemos los “conocidos normales” por eso, en el contraste resaltan los “trastornos”.
Al respecto nos explica Gabriela Dueñas: “…Se observa de manera llamativa, movimientos provenientes del campo de la psicología y la educación que denuncian con insistencia diversos tipos de trastornos conductuales que parecen estar incrementándose de manera preocupante…sin cuestionar la situación social que los produce…el avance que se viene observando de discursos ligados a prácticas patologizadoras y medicalizadoras de las infancias –avaladas desde cierta ciencia- con el auspicio de la industria farmacéutica.
La autora analiza la diferencia entre hablar de “problema escolar” y ”trastorno escolar”, un problema nos desafía a la búsqueda de solución, un trastorno está instalado, ya no se puede hacer nada… Jerusalinski observa: “…la función normativa parece tener en los humanos un efecto tranquilizador…si pasa una estrella fugaz y le pongo nombre…parece que ya sé de que se trata, es así como los problemas dejan de ser problemas para pasar a ser trastornos…esta es una transformación epistemológica y no una mera transformación terminológica.
Un problema es algo a ser descifrado, a ser interpretado, a ser resuelto, un trastorno, en cambio es algo a ser eliminado, suprimido porque molesta.”
Entonces al niño hay que “re-programarlo” “re-educarlo”. Este pensamiento se ha instalado entre nosotros, la única solución pareciera ser que intervinieran profesionales de distintas áreas.
Es así como al niño que “molesta” por no encuadrar en el aula se lo detecta y se lo deriva.
El derrotero del niño comienza entre psicopedagoga, neurólogo, terapista ocupacional, y hasta fonoaudióloga y claro: “no aprende y está disperso, hay que ver que dice su mapeo cerebral, porque no se queda quieto y habla mal.” En esta corta frase intervienen todos los antes nombrados…
Los padres muchas veces se comprometen con los tratamientos pero otras tantas no, están descreídos, no confían en la autoridad pedagógica de la escuela, están cansados porque esos itinerarios semanales que hay que hacer con el hijo quitan tiempo, paciencia y son caros.
Y continúa ”…en la cultura del descarte el cuerpo humano se va convirtiendo en algo limitado y perecedero. Esta fatalmente condenado a la obsolescencia. Así es como surge el imperativo de un upgrade tecnocientífico, una imitación al reciclaje y a la actualización constante. Tarea para la que los psicofármacos son herramientas de primera necesidad (…) si las fallas están en las pilas habrá que colocar otras.”
Ante este panorama, todos caemos rendidos y es que los docentes ya no confiamos ni en nosotros mismos, y por otro lado se nos hace muy difícil “remar” contra la corriente.
Hasta los padres nos piden diagnósticos para realizar la consulta y conseguir “la pastillas” que encaucen a su hijo y “los deje tranquilos a todos."
Qué difícil resulta en este presente poder tomar nuevamente el timón, en lo que a nuestra tarea pedagógica compete. La ruptura de la alianza “familia-escuela” de la que tanto se habla es real. Todos pretendemos soluciones instantáneas. Pero el camino no es: ni fácil ni corto.
Noto, que en cuanto a políticas educativas, hay una mirada más centrada en el nuevo alumno de estos tiempos, haciendo hincapié en sus vulnerabilidades, proponiendo la espera, la contención dentro del sistema educativo. Dejando atrás juicios terminantes, parámetros fijos y tomando como indicios del desarrollo sus propios avances en cada etapa.
Pienso que esta nueva orientación es buena, pero aislada… Si para transmitirla se basaran en las investigaciones sobre “medicalización y patologización” que aquí trabajamos sería más comprensible el mensaje, porque muchas de los documentos y decretos, que surgen desde 2008 a esta parte parecen arbitrarios, y el docente no comprende el porqué de los cambios de viraje. Por supuesto que la reacción es el enojo. Por ejemplo este artículo trajo varias controversias:
Resolución CFE Nº 174/12 , Buenos Aires, 13 de junio de 2012 Consejo Federal de Educación
14. La trayectoria escolar de niños y niñas en el nivel inicial no podrá ser alterada
bajo la idea de permanencia o repitencia. Por lo tanto el pasaje de un
año/sala/sección dentro del nivel no podrá exigir otro requisito que el de tener la
edad cronológica para ello.
El mismo artículo se repite para el nivel primario y para el secundario. Imaginemos las distintas posturas que este enunciado ocasionó, desde el debilitamiento de la decisión docente con el pisoteo de la autoridad pedagógica, hasta el pensar en aulas a las que se le suman más problemas…
Y aquí cito a Terzaghi y Foster y me quedo con estas palabras que expresan la realidad de toda esta cuestión “… en los primeros años de vida el niño cuenta con un equipamiento biológico extremadamente plástico, complejo y también con puntos críticos (eventos de irreversibilidad). Tiempos (lógicos) de instalación de marcas fundantes de subjetividad. Reconocemos, en el trabajo clínico con niños, su potencia y su vulnerabilidad, pero también, las consecuencias, a veces devastadoras, de ciertos diagnósticos o categorizaciones, que con efecto definitivo, dejan al niño en suspenso, al costado queda su camino de bebe o de niño, por imponerse la “emergencia normalizadora”. Detener el devenir propio de la infancia, “clausurarla” en una categorización que funciona como “diagnóstico”, elimina la variable singular de la temporalidad, transformando “futuro” en “profecía”, la “suposición” en “sospecha”. En momentos en que es necesario sostener cierta incertidumbre se demandan garantías…”
Por eso me quedo con la idea del “problema” y con el desafío que implica solucionarlo. Pienso que el nuevo alumno que se nos presenta hoy necesita mucho de nuestra expertes en pedagogía, psicología, neurociencia, didáctica pero necesita sobre todo VINCULARIDAD.
Si no enlazamos nuevamente a ese otro que tenemos delante se nos escapa en las corrientes de estos ríos turbulentos.
Atemos bien fuerte la soga entre nosotros y nuestros chicos, esa soga tiene que tener hilados de conocimiento, paciencia y afecto. La confianza debe ser la fuerza que nos impulsa a ambos a tirar de la soga. Ya llegaremos a momentos de aguas mansas, y solo después a la orilla esperada.

BIBLIOGRAFÍA
Dueñas, Gabriela; Taborda. A; Leoz G: Comps: “Paradigmas que habitan las instituciones educativas en tiempos de fluidez” Capítulo 4: La niñez en tiempos complejos. NEU Ed. Universidad Nacional de San Luis.
Dueñas, Gabriela: Patologización y medicalización en la educación. Artículo publicado en “Actualidad psicológica” Nº 416. Marzo de 2013.
Vasen, Juan: La atención que no se presta: el "mal" llamado ADD. Capítulo 7 “ La reprogramación de la infancia”.
Dueñas, Gabriela. El papel actual de la escuela en los procesos de subjetivación de la niñez. Artículo publicado en la revista Generaciones. Pensar en el psicoanálisis niños/as-adolescentes, familias. Primera revista con referato de UBA Facultad de Psicología. Ed. EUDEBA. Mayo 2012.
Dueñas, Gabriela. Encuentra el límite estrellándose con la realidad. Artículo para la Revista Saberes nº 18 septiembre 2013. Ministerio d educación de la provincia de Córdoba.

* ASISTENTE AL CURSO DE POSGRADO DICTADO POR LOS DOCTORES JUAN VASEN Y GABRIELA DUEÑAS EN LA UCSE- Sede DABA- Olivos. SEGUNDO CUATRIMESTRE DE 2013